Éxodo 28,42
Tratado del sacerdocio n. 15: La castidad; virtud propia, muy propia y propísima del sacerdote evangélico, figurada en el de la vieja Ley, al cual mandaba Dios que en el tiempo que había de ofrecerle sacrificios se apartase del trato de su mujer; y, entre las vestiduras que le pedía, era que llevase femoralia, ut operiret turpitudinem suam; y, si no, que muriese por ello, dándonos a entender que, pues acá siempre llegamos a ofrecer sacrificio, y sacrificio purísimo, amador y hacedor de toda pureza, debemos estar vestidos de la virtud de la castidad y tener apretada nuestra carne con las reglas de la disciplina, si queremos evitar la muerte eterna que a los impuros que ofrecen a Dios este sacrificio está amenazada.