Cantar de los Cantares 7,4
Tratado del sacerdocio n. 11: El sacerdote, como Orígenes dice, es faz de la Iglesia; y como en la faz resplandece la hermosura de todo el cuerpo, así la clerecía ha de ser la principal hermosura de toda la Iglesia. Y es de mirar que como en la faz corporal están puestos los ojos, que no solo sirven para dar lumbre al cuerpo porque no tropiece, mas para llorar los tropiezos que diere y todos los otros males que de otra cualquiera manera vinieren al cuerpo, como si los mismos ojos fuesen heridos, así el sacerdote ha de tener dos ojos, como las dos piscinas en Hebrón [in Hesebon], con que llore las ofensas de Dios y la perdición de las ánimas, y transforme en sí y sienta como propios suyos los trabajos y pecados ajenos.