Daniel 3,84
Tratado del sacerdocio n.2: Los ángeles del cielo, aunque sean los más altos serafines, reconocen esta ventaja a los hombres de la tierra ordenados en sacerdotes; y confiesen que ellos, con ser más altos en naturaleza y bienaventurados con la vista de Dios, no tienen poder para consagrar a Dios como el pobre sacerdote lo tiene. No tienen envidia de esto, porque están llenos de verdadera caridad; y, viendo en las manos de un sacerdote al mismo Hijo de Dios, a quien ellos en el cielo adoran y con profunda humildad le alaban con mucho temblor, admíranse sobremanera de la divina bondad, que tanto se extiende, y gózanse mucho de la felicidad de los sacerdotes, y una y muchas veces, con entrañable deseo, les dicen:  Benedicite, Sacerdotes Domini, Dominum; laudate et superexaltate eum in saecula.