Números 16,46
Tratado del sacerdocio n.8: Andando el fuego del castigo justo de Dios quemando la gente de los reales en el desierto, tomó el sacerdote Aarón el incensario en la mano, y, estando entre los muertos y vivos incensando y orando, amansó al Señor y hizo que parase su ira. Mas ¡ay de nos!, que [no] tenemos don de oración con que atemos las vengadoras manos de Dios, de manera que diga: «Déjame que ejercite mi ira»; ni tal santidad de vida para que venzamos al invencible.