Lucas 5,8
Tratado del sacerdocio n. 20: Pues en tales espejos se mire el sacerdote que va a consagrar [...]. ¿Qué diremos del bienaventurado padre nuestro san Pedro, que, teniéndose por indigno de estar en una navecilla, por estar en ella nuestro Señor, exclamó diciendo: Exi a me, Domine, quoniam homo peccator sum? [...] Este es san Pedro bienaventurado, al cual el Señor constituyó sacerdote, y sacerdote mayor, ministro de vida y de paz, el cual temió al Señor y temblaba de la faz de su nombre, que quiere decir que declaraba con el temblor del cuerpo el temblor interior del ánima. Y no era este temblor cosa de esclavo, pues entrañablemente amaba a Jesucristo nuestro Señor; mas era profundísima reverencia, que procedía del conocimiento de la alteza del Señor y de su propia bajeza. Y si de solo estar cerca de nuestro Señor temblaba de reverencia, ¿qué haría cuando le tuviese presente y le tratase en sus propias manos?