Juan 16,14
Tratado del sacerdocio n. 17: Sintieron muy bien la gravedad de este delito los santos apóstoles, alumbrados por el Espíritu Santo, cuando ordenaron que el sacerdote que cayese en fornicación, por el mismo hecho, nunca más en toda su vida consagrase ni tratase el santo cuerpo de Cristo, sino que, pues puesto en honra, y tal honra, no la conoció, pierda el uso del oficio, pues tan ingrato fue contra él. [...] No parezca esto a nadie riguroso; y, si le pareciere, entienda que no tiene espíritu del Señor, porque de este dice el mismo Cristo: Ille me clarificabit, quia de meo accipiet. [...] Oficio es del Espíritu Santo engrandecer a Cristo en los corazones donde él mora, y cuanto le predica a él por digno de toda honra y servicio, tanto predica por malo al pecado contra él hecho y por digno de graves tormentos.