Romanos 8,26
Tratado del sacerdocio n. 8: Aun no sé si entendemos el mismo nombre de oración, porque, como dice san Agustín, este negocio más se hace con gemidos que con palabras; y aquel solo sabrá gemir como es menester, para que su oración tenga esta poderosa eficacia, a quien el Espíritu Santo fuere servido, por su sola santidad y bondad, de le enseñar esta tal oración. Testigo es de esto san Pablo, cuyas palabras son estas: Ipse Spiritus adiuvat infirmitatem nostram; nam quemadmodum orandum sit, ipsi nescimus; ipse Spiritus postulat pro nobis gemitibus inenarrabilibus. 
[...]
Mas esta flaqueza e ignorancia en cosa que tanto importa, remédiala el Espíritu Santo, enseñándonos a pedir secundum Deum, como en esta autoridad dice san Pablo; que quiere decir que nos enseña a pedir lo que Dios quiere que le pidamos y lo que quiere conceder por medio de nuestra oración.
 
Tratado del sacerdocio n. 9: Esto denota san Pablo, diciendo que Spiritus postulat pro nobis gemitibus inenarrabilibus, no porque el Espíritu Santo en sí mismo gima ni pida, pues es Dios impasible y no tiene superior a quien pida; mas porque hace Él que nosotros, por inspiración suya, pidamos lo que quiere que pidamos y Él quiere dar; y esto no tibiamente, sino con gemidos tan entrañables, causados del Espíritu Santo; tan imposibles de ser entendidos de quien no tiene experiencia de ellos, que aun los que los tienen no lo saben contar.