Apocalipsis 1,6
Tratado del sacerdocio n. 3: Cuando el Señor instituyó este admirable misterio [de la Eucaristía], bendijo y dio gracias al Padre, porque conoció que los hombres no las habían de dar por esta merced, o no cuales convenían; y por eso las dio Él, que conoce el valor de la merced y usó de su oficio pontifical, al cual pertenece pedir al Padre por nosotros lo que hemos menester y darle gracias por lo que con su oración nos alcanza.