Marcos 7,25
Tratado del sacerdocio n. 11: Y si de aquellos sacerdotes hubiese que, como otra viuda de Naím, llorase al hijo muerto [cf. Lc 7,11-17], importunase al Señor como la cananea, y le ofreciese devotos ruegos por el hijo endemoniado [cf. Mt 17,14-18], que unas veces lo lanza en el fuego el demonio, y otras en el agua, consolarlos hía el Señor, diciendo: No queráis llorar [ Lc 7,13]; y darlos hía ánimas resucitadas y sanas, como dio a las otras personas corporal salud y vida; y, por ventura, espiritual también para sus hijos.